Los nazis querían arrasarlo: ¿cómo sobrevivió el gran Peterhof?
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El Palacio de Peterhof, también conocido como Petrodvorets, es una joya arquitectónica y cultural situada a unos 29 km al sur de San Petersburgo, en la orilla meridional del Golfo de Finlandia.
Este majestuoso conjunto de palacio y parque fue erigido por orden del zar Pedro el Grande a partir de 1714. Su objetivo era mostrar al mundo el poder y la grandeza del Imperio ruso, y lo consiguió con creces.
Peterhof no es solo un palacio, sino un vasto complejo de edificaciones y extensos parques que abarcan más de mil hectáreas. Sus jardines albergan centenares de esculturas de los siglos XVIII y XIX, y sus fuentes y cascadas son un espectáculo impresionante. El Gran Palacio, construido en estilo barroco, se encuentra en la terraza marítima y es el corazón del conjunto. Aunque no tan opulento como el Gran Palacio, el Palacio Monplaisir, junto al mar, también es digno de admiración.
El complejo de palacios se construyó como una celebración de Rusia tras conseguir una salida al mar Báltico, en un momento en el que Pedro el Grande se expandía también hacia el litoral del mar Negro. Por lo tanto, Peterhof conmemora la expansión imperial y posterior modernización rusa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis ocuparon el predio y bombardearon parte del palacio. Sin embargo, gracias a una evacuación previa, muchas estatuas y objetos de decoración se salvaron. Aún así, Stalin prefirió dinamitar parte del palacio antes que permitir que los alemanes lo ocuparan. Hoy, Peterhof es un museo y un símbolo de la historia y la cultura rusas.