¿Cómo evolucionó la iluminación de Moscú desde el siglo XVIII?

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Hoy en día, es difícil imaginar Moscú en invierno sin sus millones de luces. Sin embargo, hace varios siglos, la ciudad era muy diferente. El 25 de diciembre de 1730, por orden de la emperatriz Ana Ioánnovna, se encendieron los primeros faroles de aceite en la capital rusa. Fueron instalados inicialmente solo en las grandes calles de la ciudad y en las cercanías del Kremlin.

En el siglo XVIII, Moscú era una ciudad en crecimiento que necesitaba mejorar su infraestructura urbana. Antes de la instalación de las luces, las calles eran oscuras y peligrosas durante la noche.

Los primeros faroles de aceite eran rudimentarios y proporcionaban una luz muy tenue, equivalente a la de una o dos velas. A menudo se apagaban, lo que obligaba a los faroleros a encender entre 20 y 30 faroles cada noche. Además, el costo de la iluminación recaía sobre los propios residentes, quienes pagaban por el servicio.

Todo cambió con la llegada de la electricidad. A finales del siglo XIX, los moscovitas comenzaron a instalar faroles eléctricos, lo que transformó radicalmente la vida nocturna de la ciudad. La iluminación eléctrica no solo era más brillante y confiable, sino que también reducía los costos de mantenimiento y mejoraba la seguridad en las calles.