Anastasia y su compromiso con los heridos de guerra

HISTORIACULTURAESTILO DE VIDA

La gran duquesa Anastasia, hija del último emperador Nicolás II y de Alexandra Fiódorovna, quedó para siempre en la memoria de los rusos como una niña. Según sus contemporáneos, a pesar de sus 17 años, Anastasia era pura travesura, le encantaba jugar y bromear con quienes la rodeaban.


Durante la Primera Guerra Mundial, tenía solo 14 años y no podía desempeñar el papel de enfermera como sus hermanas mayores y su madre. Sin embargo, se convirtió en patrona de un hospital, donando su propio dinero para comprar medicinas para los heridos.

Les leía en voz alta, ofrecía conciertos, escribía cartas dictadas a sus seres queridos, trataba con ellos para distraerlos ante tanto sufrimiento, cosía ropa y preparaba vendajes. Guardaba sus fotografías en casa y recordaba a los heridos por sus nombres y apellidos. Incluso enseñó a leer y escribir a algunos soldados analfabetos.


En la noche del 16 al 17 de julio de 1918, Anastasia fue ejecutada junto con su familia en Ekaterimburgo. Durante muchos años después de la masacre de la familia imperial, persistieron los rumores de que Anastasia seguía viva.